Archivo de etiquetas| primavera

DESCALZAS POR EL PARQUE

Caperucita, que al final resultó el lobo ser un nimio mequetrefe cuyo aullido ya no era capaz de ponerle los pelos de punta ni a la luna. Lo dejaste en el bosque insalubre donde alguna perra callejera aun pudiera acercarse a él. Carente de argumentos interesantes y desprovisto de su ingenio habitual, dejó de ser el cautivador malo de tu larga película para salirse totalmente del guión y convertirte tú en la dulcemente perversa protagonista.

Despeinando las prisas, llego tarde a todas partes porque pierdo el tiempo en sonrisas. He olvidado echarme colonia pero me da igual porque aquí afuera huele a puta primavera. De esa que hace que te aferres al sol hasta asfixiar las desilusiones. No me quedan penas, se han quedado congeladas en las gélidas tardes del invierno hasta escarcharse y derretirse como mis malditas ganas de no salir de casa. Querida primavera, este año no siembres margaritas que no necesito deshojar ni una para tener la certeza de que me quiero.

He salido a coronar tus atardeceres y a llenar mi sangre de ácido fólico en formato de latas de cerveza. Brindemos por las personas que me has traído mientras escupes polen en los parques, y por aquellas otras que has dejado atrás como dragones echando fuego por la boca en el duro in(f)vierno. Te robaré unas amapolas para hacerle un collar a mi loca de la colina, que viene desde lejos a traer intensidad y vitalidad a partes iguales. Que la vida es eso que pasa mientras nos ponemos narices y orejas y pa’ que queremos más.

Mi alma gemela está plantando una profunda operación bikini en el jardín para que podamos compartir un verano de desfiles satisfactorios. Se me llena de regocijo el alma cuando lo veo detrás de mis ocho patas que descansan en el mismo colchón. Mi hogar está hecho de la serenidad de tres seres por los que sería capaz de morir y matar. Aunque desgraciadamente, sigo odiando a los gatos cabrones.

Las mejores cosas ocurren cuando llevas las jodidas uñas sin pintar. Y eso que has probado los malvas, los violetas, los más sensuales rosados y rebuscados rojos pasión.

Buscamos la paz abrazando espaldas ajenas cuando la llevamos en nuestras propias manos. Que no es el rojo pasión de nuestros labios, sino las ganas de que la pasión invada nuestras vidas. Ven a enamorarme vestido de lo que quieras, que me atrevo hasta con dragones y serpientes, pues soy yo la hechicera. Quiero la valentía del león, la protección del oso, la astucia del zorro y la independencia del gato. Quiero beber de tus labios la mejor crema de orujo hasta quedarnos dormidos en la sombra de un pantano. Quiero despertarme y ver cómo me mirabas y te sentías el más afortunado. Gritar hasta quedarnos afónicos en el eufórico Wanda metropolitano. Que si el amor existe tiene que ser lo más parecido a tocar la melodía más bonita en los poros de tu piel erizando tus intenciones, mientras un espumoso café se enfría en la encimera de la cocina.

Que le jodan a los sueños rotos, he aprendido a construirme un castillo con sus pedazos. No necesito estrellas fugaces, para cumplir mis deseos yo soy el genio de mi propia lámpara. A veces me basta con un par de huevos fritos y unas chuletas de cordero, pero tráete un helado de after eight por si acaso. Hasta las canciones más tristes se pueden bailar, y qué jodidamente maravilloso es ir descalza por la pradera en primavera.